Al aterrizar en Guna Yala, Panamá, me sentí como la persona más oportuna para honrar la tierra. "¿Donde?" podrías preguntar. Bueno, permíteme presentarte el set de tu próxima fantasía de viaje. Uno para cada día del año, San Blas es un archipiélago de 365 impresionantes islas en el noroeste de Panamá, que están habitadas por el pueblo indio Kuna. Durante unos días este verano, experimenté el esplendor de las islas cortesía de Aventuras en San Blas. Desde el casco antiguo de la ciudad de Panamá, nos llevaron en jeep a Carti y luego nos saludó nuestro amable guía Kuna, Germain, quien no perdió el tiempo en llenarnos de ron Abuelo mientras nos dirigíamos a la isla en la que nos alojaríamos.
Nuestro primer día consistió en hacer esnórquel y voleibol de playa en Isla Perro, que se anuncia como uno de los mejores lugares para hacer esnórquel en el mundo, y por muy buenas razones. Justo al lado de la playa principal hay un barco hundido, que alberga innumerables peces de colores, langostas, corales, anémonas de mar y mucho más. Lo siguiente en la agenda fue una deliciosa parrillada de mariscos en Isla Elefante, una de las pocas islas con restaurante. Langosta recién pescada, arroz, patacones, bebidas de coco y (más ron Abuelo) estaban en el menú cuando el restaurante se convirtió en una mini discoteca. Las chicas se levantaron y bailaron al ritmo de Enrique Iglesias Bailando mientras las mujeres Kuna locales miraban admirando nuestro atuendo occidental y sonriéndonos.
Mientras el sol se ponía en nuestras festividades, nos llevaron a la isla que sería nuestro hogar por los siguientes días: Isla Iguana. Cuando nuestro bote se detuvo en la orilla, todo lo que se podía escuchar era un bis de exclamaciones: 'oh, Dios mío', siendo la principal. La belleza de San Blas realmente requiere una revisión de la realidad. Simplemente no vas a creer lo que ven tus ojos. El mar es en gran parte visible desde cualquier punto único. Lo que te espera en este paraíso terrenal es arena blanca y fina como el polvo y aguas cálidas y cristalinas de color azul esmeralda, del tipo que solo existe en tus sueños más salvajes.
Nuestro bote se detuvo y Germain nos mostró nuestras cabañas. Nos habían advertido que nuestra estadía sería rústica por decir lo menos, pero ciertamente no nos importó. Un generador solo proporcionaría electricidad en nuestra isla de 6 p. m. a 1 a. m. y también tendríamos que renunciar al suministro de agua dulce, pero ¿a quién le importaba? Esta fue una oportunidad única para volver a conectar con la naturaleza y en un entorno tan hermoso como este, ¿quiénes éramos nosotros para quejarnos?
Cada mañana nos dieron un abundante desayuno en el pequeño restaurante de Isla Iguana. Aquí conocimos a tres hombres Kuna extravagantemente extravagantes que prepararían nuestro pescado fresco y bailarían alrededor de nuestras mesas. Uno de ellos era Rolly, que organizaba un desfile de modas y nos animaba a todos a unirnos a su interpretación de Daddy Yankee. gasolina. Después del desayuno en nuestro segundo día, el viaje de isla en isla continuó y Germain nos llevó a Isla Perro Grande (Isla Big Dog) para comer langosta fresca y almorzar con otros grupos de turistas bajo las palmeras. Intercambiados los nombres y suficientemente satisfechos, nos llevaron a todos a una de las experiencias más únicas de mi vida: una fiesta en medio del mar. Nuestros tres botes se detuvieron en un lugar tranquilo en el centro de la tierra, y todo lo que se podía ver por millas era una felicidad sin fin. Salimos de los botes a aguas poco profundas no más profundas que nuestras rodillas, perplejos y preguntándonos para qué nos habían traído aquí cuando de repente, los sistemas de sonido del bote comenzaron a sonar música reggaeton y Germain apareció una vez más con el ron (no estábamos del todo seguro que alguna vez vimos la botella de Germain sans Abuelo). ¿Alguna vez has tenido una fiesta en pleno Mar Caribe? El clima fue perfecto, el agua estaba tibia y honestamente puedo identificar este como uno de los días más hermosos de mi vida.
San Blas le da un nuevo significado al salto de isla en isla: literalmente puedes nadar de islote en islote, disfrutando de la amigable vida marina en el camino. Las aguas aquí son tan prístinas que el equipo de snorkel es esencialmente opcional. Sin embargo, San Blas no atrae únicamente a los amantes de la playa. Aquellos que buscan desesperadamente una conexión auténtica con una cultura única pueden venir aquí para percibir la riqueza de los hombres y mujeres de la tribu Kuna, un clan que se ha mantenido relativamente al margen de los avances occidentales durante cientos de años. Los indios Kuna de Panamá han residido en las islas de San Blas desde el siglo XIX y han conservado muchas de sus distintas tradiciones e identificadores, incluidas las brillantes 'molas', su vestimenta tradicional y las joyas con cuentas Wini que usan las mujeres.
El último día de nuestra escapada al paraíso nos llevó a la capital de este territorio indígena, El Porvenir. Hogar de alrededor de 1000 personas Kuna, aquí realmente pudimos ver cómo vive la otra mitad; su escuela, hospital y sus formas de recreación. Los lugareños fueron excepcionalmente amables y comprar recuerdos aquí también fue una fracción del precio que uno puede encontrar en la ciudad de Panamá. Mientras caminábamos por los senderos pavimentados con arena, reflexionamos sobre cómo sería la vida sin todos los lujos occidentales a los que nos hemos acostumbrado.
El aire fresco, el silencio (y la clara falta de WI-FI), nos dieron permiso para desconectarnos y estar sin tener que ser productivos ni dedicarnos a ningún tipo de actividad. En San Blas, la relajación extrema es su único objetivo. No tienes más remedio que: no hay correos electrónicos urgentes que responder y tu teléfono celular seguramente no funcionará. Los pasatiempos aquí son mirar las estrellas, tumbarse en las hamacas, admirar los atardeceres, escuchar las olas, pellizcarte y no querer volver a casa. San Blas es el lugar perfecto para empacar tu mochila y alejarte del mundo, pero recuerda viajar liviano: no llegarás lejos sin tomar un taxi acuático (más consejos sobre las excelentes mochilas para viajar aquí).
Fue difícil despedirme de Rolly, Germain y sus copiosas cantidades de fino ron panameño, además de despertarme con el relajante sonido de las olas tropicales, pero estoy casi seguro de que volveré allí más temprano que tarde. San Blas es absolutamente una visita obligada, ya sabes, si el verdadero paraíso es tu taza de té.
Esta fue una publicación invitada de Rosie Bell (@thebeachbell), escritora de viajes, creadora de contenido digital, buscadora de sol a tiempo completo y creadora de clubelsewhere.com. ¿Tiene un artículo, idea, opinión, consejos o cualquier otra cosa relacionada con Panamá sobre la que le gustaría escribir en PTY Life? Conviértase en un blogger invitado como Rosie enviando un mensaje a hola@pty.life.
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